Segunda Parte
Por: Sofi Laparra López
Ciudad de México.-
En una casa donde los aviones no duermen, sino que cuentan historias, el comandante Ángel Aparicio recibió a Desde Mi Altitud para mostrar una de las colecciones más sorprendentes y entrañables del mundo aeronáutico.
Entre pasillos y espacios llenos de recuerdos que vuelan solos, se alzan vitrinas con pequeños aviones, pines, fotos, uniformes, maquetas… ¡y hasta cabinas de avión completas! Sí, auténticas cabinas que alguna vez cruzaron el cielo y que hoy reposan bajo techo, rodeadas de cariño familiar y pasión por la aviación.
El comandante Aparicio voló en Mexicana de Aviación, Taesa y durante más de dos décadas en Aerounión.
Pero más allá de las millas y las rutas, lo que verdaderamente lo distingue es su carácter alegre, generoso y entusiasta.
Conversador nato, con mirada brillante y espíritu de copiloto eterno, convirtió la visita en una travesía llena de anécdotas y sonrisas.

Compartió con Desde mi altitud historias de vuelos largos —como aquel entre Anchorage y China— y otras más breves pero memorables, siempre con esa chispa que sólo tienen los que han vivido el cielo de cerca.
La familia Aparicio también forma parte de este legado: en su hogar se respira aviación, pero también calidez, alegría y muchas ganas de seguir compartiendo.
La labor informativa se completa… ¡y me voy contenta con el avioncito que me regalaron! Un día feliz, con alas en la mirada.