Por: Raúl S. Llamas
La primera elección judicial en México terminó convertida en un espejo incómodo para el gobierno de la Cuarta Transformación: una ciudadanía ausente, una participación histórica a la baja y un voto nulo que fue el gran protagonista de la jornada.
“Este no es el resultado que esperaba la 4T, ni mucho menos el mensaje que querían leer desde Palacio Nacional”, expresó un analista político en entrevista exclusiva para Llamas Comunicación. “Fue una consulta confusa, poco difundida y, para millones, irrelevante.”
Con apenas un 11.73 por ciento de participación nacional, el proceso quedó muy por debajo incluso de ejercicios previos como la revocación de mandato (17.7%) o la consulta sobre expresidentes (7.1%). En cinco estados, el desinterés fue aún más marcado:
Jalisco: 6.93%
Guanajuato: 7.05%
Baja California: 8.53%
Sonora: 8.6%
Zacatecas: 9.09%
A este escenario se suman los más de 8.6 millones de votos anulados, que duplicaron a los obtenidos por el candidato con mayor respaldo popular, y dejaron claro que la boleta no solo fue difícil de entender, sino también difícil de tomar en serio para una mayoría.
“Yo fui a votar, pero me sentí frente a una lista de desconocidos”, dijo un ciudadano en la alcaldía Benito Juárez. “No hubo información suficiente, no sabías ni qué significaba cada cargo.”
A pesar del panorama, Hugo Aguilar Ortiz se perfila como virtual presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al encabezar el número de votos. Su gestión será por dos años y no podrá reelegirse.
El proceso de cómputo distrital continuará hasta el 10 de junio, mientras que la validez oficial podría declararse hasta el 28 de agosto. La toma de protesta está prevista para el 1 de septiembre, con la asignación definitiva de magistraturas y juzgados en manos del Órgano de Administración Judicial.
Más allá de los nombres, el mensaje es claro: la ciudadanía no compró el discurso de la participación judicial directa, y lo hizo con un silencio que pesa más que cualquier boleta.