Por: Redacción
Henderson, Texas.-
En un estado donde la historia abunda y los íconos abundan, pocos imaginan que una letrina podría ganarse un sitio en la memoria colectiva. Pero en el condado de Rusk, una estructura sencilla, funcional y curiosamente elegante se ha convertido en una verdadera joya arquitectónica del pasado.
Se trata del Arnold Outhouse, una letrina de tres hoyos —sí, tres— construida hace décadas por John Arnold, prominente abogado y empresario local. La directora del Museo del Depósito del Condado de Rusk, Vickie Armstrong, lo dice sin rodeos: “Es elegante y muy elaborado para esa época”.
Y no exagera. Con ventanas con lamas para ventilación y un panel de vidrio en la parte trasera, la estructura revela un cuidado inusual para lo que era, literalmente, un retrete exterior. Pero lo más peculiar está en su diseño interior: un trono con tres orificios de distintos tamaños —pequeño, mediano y grande—, adaptado a las necesidades de toda la familia.
“Era limpio, ventilado… como Buc-ee’s, pero en versión vintage. Esta letrina fue grandiosa”, comenta Armstrong entre risas, al comparar el viejo sanitario con los modernos baños climatizados de las famosas gasolineras tejanas.
El uso de letrinas quedó sepultado con la llegada de la plomería moderna, pero el Arnold Outhouse sobrevivió. Cuando se demolió la casa original para construir una biblioteca, una vecina —la señorita Gandy— rescató la letrina y la llevó a su propiedad, con la clara intención de preservarla.
Hoy, esta pieza única se encuentra a menos de 200 pies de su ubicación original, y la Comisión Histórica de Texas ya trabaja con el Departamento de Transporte (TxDOT) para colocar un marcador oficial que reconozca su valor patrimonial.
“THC ha recibido muchas solicitudes para marcadores históricos… pero esta es, sin duda, una de las más singulares”, reconoce Armstrong.
Una letrina que se niega a desaparecer. Un testimonio de cómo, en Texas, hasta lo más cotidiano puede alcanzar el estatus de leyenda.