Por: Redacción
Ciudad de México.–
Aunque han pasado casi 24 años desde que los Tigres dejaron la capital del país, cada vez que se enfrentan a los Diablos Rojos en la Ciudad de México, el ambiente se transforma. No es solo un juego: es un recuerdo vivo de una rivalidad que marcó época en el beisbol mexicano.
“Cuando Tigres juega en la ciudad, algo se enciende: los gritos cambian, la memoria pesa, y la pasión se desborda como en los viejos tiempos del Seguro Social”, expresó a Llamas Comunicación un aficionado con más de cinco décadas siguiendo a los escarlatas.
El duelo entre felinos y escarlatas sigue teniendo ese “toque chilango” que combina nostalgia, pasión y orgullo. En cada batazo se asoma el recuerdo de aquellas series en el Parque del Seguro Social, donde el ruido de las matracas se mezclaba con los gritos de porras enfrentadas, y la rivalidad iba más allá del diamante.
Los encuentros actuales, aunque marcados por nuevas sedes y otras generaciones de aficionados, conservan ese sabor añejo que no muere. Basta que los Tigres pisen suelo capitalino para que renazca la intensidad: en la tribuna, en el dugout y en el corazón de quienes crecieron viendo clásicos inolvidables.
Ya no están en la misma ciudad, pero Tigres y Diablos siguen enfrentándose como si nunca se hubieran ido. Y eso, para el beisbol mexicano, es un triunfo que no se anota en la pizarra, pero sí en la memoria colectiva.