Por: Redacción
Ciudad de México.- Este domingo 28 de diciembre se conmemora el Día de los Santos Inocentes, una fecha que en la actualidad se asocia con bromas inofensivas, engaños ligeros y noticias falsas que inundan las redes sociales y las conversaciones cotidianas, dejando episodios que suelen instalarse con humor en la memoria colectiva.
«Es un día para reírnos de nosotros mismos, para entender la broma sin mala fe y recordar que no todo debe tomarse con solemnidad”, resume una de las frases más recurrentes cada 28 de diciembre entre amigos y familiares.
Sin embargo, detrás del tono festivo que hoy predomina, esta conmemoración tiene un origen profundamente trágico, ligado a uno de los episodios más crudos del cristianismo, narrado en el Nuevo Testamento, específicamente en el Evangelio de Mateo.
De acuerdo con el relato bíblico, el entonces rey de Judea, Herodes I el Grande, ordenó la ejecución de todos los niños menores de dos años en Belén y sus alrededores, al sentirse amenazado por la profecía del nacimiento del llamado “rey de los judíos”, una referencia directa a Jesús.
La narración señala que los Reyes Magos, tras seguir la estrella y encontrar al niño junto a María y José, decidieron no regresar con Herodes, luego de recibir una advertencia en sueños. Ante ello, el monarca reaccionó con violencia, dando lugar a lo que la tradición cristiana conoce como la Matanza de los Santos Inocentes.
El texto bíblico añade que Jesús logró salvarse gracias a que un ángel alertó a José, permitiendo que la familia huyera a Egipto antes de la llegada de los soldados, mientras otros niños no corrieron con la misma suerte.
Con el paso de los siglos, esta conmemoración religiosa se fue fusionando con tradiciones populares europeas, especialmente durante la Edad Media, cuando se celebraban festividades que invertían los roles sociales, rompían normas y daban espacio a burlas y juegos permitidos.
Esa mezcla cultural transformó gradualmente el sentido original de la fecha, hasta convertirla en lo que hoy se conoce: una jornada de humor, picardía y “inocentadas”, que convive, no sin contraste, con un trasfondo histórico marcado por la tragedia.


